Por Amador Yánez Abril 11, 2008
Cuando la noche se despierta y la alborada decide marcharse también; el alba despide a las estrellas y yo regocijo porque al presenciar tal espectáculo a frugales y minuciosos sentimientos me pregunto, ¿y tal gradación y orden, quien la hace?
Al empiece de cada día, e perdido ya una encrucijada en la que la naturaleza me hizo parte de ella y mientras yo dormido el tiempo continuo sin que me diera cuenta y energizo mi alma, descanso mi cuerpo y a la magia de cada día aparecí de nuevo.
El pensamiento pasma mi remembranza y mágicamente sé cual a sido mi recorrido por la vida. Sé mas que lo propio y hasta puedo recorrer distancias que jamás creyeron era posible o que hubiese visto. ¿Que es lo que nos arrastra a ser parte de esta magia?
El gozo es inmenso mas no desmesurado porque hasta las emociones son fiscalizadas y el balance nos hace llevar por la vida una emoción tras otra y a veces encontradas con retos que siempre sabemos que nos conllevaran a algo mejor cada día.
Este día respirare, también caminare y comeré y hasta articulare pensamientos y frases. Aprenderé cosas nuevas de mis afines y ellos aprenderán de mí y hasta seré fructífero en mis tareas. ¿Y porque tanto afán para llevar un orden espontáneo al parecer?
Como fue que llegamos hasta aquí, seria la incógnita. Quien decide que yo precisamente nazca y trajine por llanos, montañas, ciudades, ríos y mares. Que conviva con personas de gran moral. ¿O enfrente peligros creados por equivalentes y dar fin a todo?
Presto poco esmero a tan cardinal hazaña. No tengo razón alguna si no la misma que sé balanza al goce de lo exquisito mas que estragos de amargura que olvido con frecuencia mas que el deleite mismo. ¿Por qué tanto afán por lo sempiterno y grande?
Por encima de todo y no como premia sublime sino como delicado y atrayente el sentir amor lascivo. Como el árbol frutal que sé polenta de macho o hembra para poder cumplir su faena y remedarse. ¿Sin la facultad de razonamiento, eso hace?
Y es que el espacio del universo nos reserva un lugar donde ni es caliente o fría pero que conllevamos; a veces no tan fácil pero que la humanidad ha probado que más que decrecer vamos en acrecimiento. ¿Cuál será nuestro punto de llegada final?
Acaso existe la formula para no ser parte de ese final al que inconscientemente nos tutelamos y que nos abruma porque es lo áspero. Cual será la formula para ingerir tal aflicción a la que evadimos a cualquier coste. ¿Qué nos remediara esto?
Dentro de lo enigmático y magnifico de la gran creación hay sin oscilación el creador como en lo que la mano del ser a edificado. Que me hace pensar que yo no sea parte de tal obra de ese creador. ¿Será que tu, yo, todo y todos estamos edificados por él? ¡Dios!
viernes, 11 de abril de 2008
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